Y yo quejándome de una oreja...

Recuerdo que hace algunos posts, publiqué uno acerca de un periodista del Reino Unido que, a pesar de sus malformaciones faciales, logró presentar un noticiero por una semana. Bueno, la verdad, no hay que ir tan lejos para encontrar este tipo de "héroes de las malformaciones" en televisión.

Katherine Granados es una presentadora de noticias en Teleantioquia. Una presentadora con una diferencia. Resulta que Katherine no tiene una mano. Lastimosamente no he podido encontrar una página de internet con buena información acerca de su historia, pero por lo visto su "discapacidad" no es tan "discapacitante".

En este video la pueden ver en acción:



El punto es que cuando la vi, la primera imagen que se me vino a la cabeza fue la de hace un par de meses en los últimos días de Noviembre, cuando yo podía jurar que no me habían contratado para vender ropa porque me faltaba una oreja. No me alcanzó imaginar las estupideces que se me pasarían por la cabeza si me da por ser presentador de noticias y se me complica el proceso de selección...

Al menos existen personas como Katherine, que me recuerdan (cuando se me olvida) que mis diferencias son menos importantes de lo que creo.

La admiro.

Mi microtia me dio vacaciones en diciembre!

En diciembre me di vacaciones, y no sólo del blog. Resulta que después de que me motilé, empecé a trabajar en un almacén de ropa en Mayorca (un centro comercial de Medellín) y me tocó hacerme el loco con lo de la oreja. Terminé con vacaciones de la microtia, porque todo el mes estuve tan ocupado y con gente tan pendiente de otras cosas menos de mi oreja, que se me olvidó.

La verdad es que cuando iba a entrar al trabajo, al menos cuando estaba en la entrevista, pensé que nunca contratarían a un vendedor con microtia por razones de uniformidad. Y de hecho, al principio me dijeron que no había pasado y mi conclusión obviamente fue que la microtia no me había dejado.

Pero después me volvieron a llamar, y durante un mes estuve vistiendo mujeres. Me tocaba conversarles, sonreírles y venderles todo lo que pudiera. Resultó que me fue muy bien en el trabajo y que la oreja me dejó en paz por un mes.

Ah! y no sólo eso. Podría apostar que más de una vez, me sirvió tener microtia, porque cuando uno está en el almacén vendiendo, tiene que darle un código al de la caja para que le registren las ventas. Generalmente, los clientes no se acuerdan quién los atiende y no saben decir, pero afortunadamente la microtia era un buen diferenciador de los otros 15 vendedores que había; no era sino que dijeran que los había atendido el de la oreja chiquita y ya todos sabían que era yo.

Pero bueno. Se acabó el año y volví a mi vida normal. Por lo que veo ya no me genera ansiedad estar rodeado de gente que no conozco porque trabajando me tocó exponerme a preguntas, miradas y todo lo demás. Pero llegó el momento de ir a la universidad y de encontrarme (por fin!), con todas las personas que me conocen y que a pesar del blog, de facebook y de los chismes, todavía no saben que yo tengo microtia porque nunca me han visto de pelo corto.

La verdad, todavía tengo estrés, pero lo bueno es que ya, cuando me miro al espejo, no me veo tan raro como me veía cuando apenas me había cortado el pelo...